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La inflación se impone a los riesgos financieros en las prioridades de la política monetaria

Por:
Reuters
Publicado: Apr 12, 2023, 11:18 GMT+00:00

El logotipo del Fondo Monetario Internacional en la sede del banco mundial en Washington

Por Howard Schneider, William Schomberg y Balazs Koranyi

WASHINGTON/LONDRES/FRÁNCFORT, 12 abr (Reuters) – A pesar de las advertencias generalizadas sobre los riesgos económicos que plantean las tensiones recientes en el sector bancario, los responsables de la política monetaria mundial mantienen su atención en la inflación y en la necesidad de seguir subiendo los tipos de interés para controlarla.

El llamamiento a la cautela procede tanto de los altos responsables del Fondo Monetario Internacional, preocupados por una quiebra mundial mientras los mercados de bonos emiten señales de recesión, como de los propios dirigentes monetarios, que afirman estar vigilando los datos bancarios y el estado de ánimo de los ejecutivos del sector en busca de señales de problemas.

Aun así, tres de los cuatro principales bancos centrales del mundo se preparan a subir los tipos de interés en su próxima reunión, un paso que los mercados estadounidenses apuestan que sentará las bases para recortar los costes de los préstamos poco después, cuando llegue la recesión.

En su último informe Perspectivas de la Economía Mundial, los responsables del FMI recortaron el martes sus previsiones de crecimiento mundial, pero afirmaron que existen escenarios “plausibles”, derivados de las quiebras recientes de Silicon Valley Bank y Signature Bank en EEUU y de la fusión forzosa de Credit Suisse, que podrían recortar aún más el crecimiento, mientras que problemas bancarios más graves y una mayor restricción del crédito podrían dejar a la economía mundial totalmente estancada.

Por el contrario, los responsables de la política monetaria, incluso tras las recientes tensiones financieras, parecen dispuestos a tomar más medidas para combatir una inflación elevada que siguen considerando el mayor riesgo.

Huw Pill, economista jefe del Banco de Inglaterra, dijo la semana pasada que “la responsabilidad sigue recayendo en garantizar un endurecimiento monetario suficiente para llevar a cabo la tarea y devolver la inflación al objetivo de forma sostenible”, y advirtió que los riesgos de inflación estaban “sesgados significativamente al alza”.

Aunque la inflación general en el Reino Unido se preparaba a bajar tras superar el 10%, la tasa más alta del mundo desarrollado, Pill dijo que la “posible persistencia de la inflación generada internamente” seguía siendo un obstáculo para alcanzar el objetivo del 2%.

Un dilema similar está surgiendo en Europa y Estados Unidos, partes del mundo que comparten un objetivo de inflación del 2% y la sensación de que el ritmo subyacente de aumento de los precios se ha estancado en un nivel muy superior a ese.

El caso atípico sigue siendo Japón, donde la inflación y el crecimiento salarial, estancados desde hace tiempo, solo ahora muestran indicios incipientes de cambio. El gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda, subrayó el lunes en su rueda de prensa inaugural la necesidad de mantener una política monetaria ultraexpansiva para ayudar a alcanzar de forma sostenible el objetivo de inflación del 2%.

Nada “quebrado” por el momento

Los responsables económicos internacionales reunidos esta semana en Washington con motivo de las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial pueden estar tranquilos porque los riesgos de pandemia siguen disminuyendo.

La crisis sanitaria de COVID-19 ha remitido, y la actividad ha vuelto en gran medida a la normalidad. Lo que hace unos meses parecía una recesión mundial incipiente ha dado paso a un crecimiento continuado, aunque lento, incluso en la zona euro, donde la producción parecía estar a punto de reducirse.

Un año de subidas agresivas de tipos por parte de los bancos centrales aún no ha “quebrado” ninguna de las economías implicadas, y la tasa de desempleo estadounidense se encuentra en el 3,5%, cerca de su nivel más bajo desde finales de los años sesenta. Aunque los costes de endeudamiento vayan a subir, es probable que el actual ciclo de endurecimiento se acerque a su fin a medida que las autoridades se centran en un nivel que consideran suficientemente restrictivo para controlar la inflación.

Sin embargo, esa tasa terminal sigue sin estar clara, y el fin del endurecimiento sincronizado de la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo no significa que la política monetaria restrictiva vaya a desaparecer. Ni mucho menos. Los banqueros centrales han empezado a admitir un punto clave: la normalización de la economía mundial no facilitará el retorno a las tendencias de baja inflación de la era prepandémica.

Los avances que según los responsables políticos permitirían avanzar por ese camino, como la reparación de las cadenas de suministro mundiales, han tenido lugar como se esperaba. Sin embargo, el beneficio de una reducción de la inflación ha sido menor de lo previsto, y se ha limitado en gran medida a frenar el aumento de los precios de los bienes. Las presiones sobre los precios de los servicios apenas se han moderado.

INFLACIÓN “ENQUISTADA”

En Europa, tras esquivar la recesión y capear un invierno con precios de la energía más bajos de lo previsto a pesar de la guerra de Ucrania, la preocupación por la inflación ha pasado de la tasa general, impulsada por el petróleo, a una serie de precios “subyacentes” (que no incluyen energía ni alimentos frescos) que siguen subiendo.

Los salarios, los servicios y los alimentos están impulsando el crecimiento de los precios hasta el punto de que la atención del BCE se ha desplazado casi por completo a la inflación subyacente ante el temor de que el rápido crecimiento de los precios corra el riesgo de estancarse por encima del objetivo.

Philip Lane, el economista jefe del BCE, que suele mostrarse cauteloso, llegó incluso a poner sobre la mesa varias subidas de tipos cuando la inflación subyacente se disparó a un récord del 5,7% el mes pasado. La inflación general está casi 4 puntos porcentuales por debajo de su máximo de octubre.

“En nuestro escenario de referencia, para garantizar que la inflación baje al 2%, serán necesarias más subidas”, dijo Lane el 29 de marzo al diario alemán Die Zeit.

Una medida estadounidense citada a menudo por los responsables de la Reserva Federal, la tasa de inflación “media recortada” —que excluye los bienes con mayor y menor movimiento de precios— ha mostrado poca mejora, pasando del 4,75% en agosto al 4,59% en febrero.

Se prevé que el banco central estadounidense aumente su tipo de interés de referencia a un día otro cuarto de punto porcentual el mes que viene, y que señale si pueden estar justificadas más subidas. El mercado laboral estadounidense sigue siendo robusto, y la inflación se concentra ahora en los sectores con mayor intensidad de mano de obra y, según algunos estudios, los menos sensibles a la subida de tipos: una mala noticia para la Reserva Federal, y una dinámica que podría impulsar los tipos al alza.

Los estrategas macroeconómicos de TD Securities Jan Groen y Oscar Muñoz concluyeron recientemente que parte de la inflación de la época de la pandemia se había “enquistado”, y que el índice de precios de los gastos de consumo personal de EEUU, excluidos los costes de alimentación y energía, probablemente se estanque en una tasa en torno al 3%.

Si ese índice de precios del gasto en consumo personal “subyacente”, que la Reserva Federal vigila de cerca, es tan persistente como se pensaba, dijeron, el banco central estadounidense “tendrá que elegir entre su objetivo de inflación o una relajación agresiva” para hacer frente a un eventual aumento de la tasa de desempleo.

Según Groen y Muñoz, el resultado probable es que los tipos de interés se mantengan más altos de lo previsto, ya que la inflación sigue siendo la prioridad.

El economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, sostiene que la atención está correctamente centrada, dado que los riesgos para la estabilidad financiera parecen haber remitido por ahora.

“¿Está causando una inestabilidad financiera potencialmente catastrófica en el futuro y, en consecuencia, deberían abstenerse de hacerlo?”, dijo en una entrevista con Reuters el martes. “Nuestra valoración al respecto es que no, porque la inestabilidad financiera parece muy contenida”.

Además, no actuar lo suficiente para contener la inflación sería “crear un problema en sí mismo”.

(Información de Howard Schneider, William Schomberg y Balazs Koranyi; información adicional de David Lawder en Washington y Leika Kihara en Tokio; edición de Dan Burns y Paul Simao; editado en español por Flora Gómez)

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